No es nueva la hipótesis de que Eduardo VIII, luego duque de Windsor, también conocido como el marido de la Sra. Simpson, no fue un simple romántico pacifista. Tampoco es nuevo descubrir que tenía ciertas «simpatías» (él y la Sra. Simpson) por el fascismo y los regímenes totalitarios. Pero lo que este libro plantea es la pura, simple y brutal tesis de que el exrey británico espió las defensas francesas por cuenta de los alemanes, e incluso que tuvo mucho que ver con identificar el punto débil de las Ardenas. Para probar esta hipótesis, Allen ha contado con los archivos de su padre, y también con la implacable labor de zapa de la Casa Real inglesa, que lleva 60 años borrando todos y cada uno de los rastros que fue dejando el duque antes de terminar aceptando el cargo de gobernador en las Bahamas, incluyendo Madrid y Lisboa. Otra de las tesis del autor, sobre el incidente de Mechelen-sur-Meuse, es más discutible, aunque realmente es más «ortodoxa», pues ya la sostenía Liddell Hart en 1948. (Liddell Hart no podía entonces haber leído las investigaciones de Bauer en los años 70, pero que Allen Jr en el 2000 las ignore ya da más que pensar).
Eduardo se pasó la drôle guerre inspeccionando el dispositivo defensivo francés, del Canal hasta Suiza, por encargo nada menos que de Ironside, comandante del BEF… Estas visitas no eran sencillamente protocolarias, puesto que Ironside pensaba emplear las dotes de observación de Edward Gotha-Coburg (ejem) y su educación militar precisamente para conocer el dispositivo defensivo francés, ya que éstos no le facilitaban esa información (tampoco los franceses sabían gran cosa de la RAF, por poner un ejemplo, y de ahí sus peticiones en mayo-junio de mil spitfires para restaurar el frente). De esta forma, y con el uniforme de general de división, el marido de la ex-Señora Simpson informó tanto al comandante del BEF… como al OKW alemán de las defensas de todo el frente, de forma más minuciosa de lo que yo puedo exponer aquí (en el libro citan el informe de Eduardo dictado a los británicos sobre el sector de las Ardenas, y habla incluso cómo estaban mal situados los campos de tiro de cañones y ametralladoras…).Estos informes llegaban al OKW por medio de Bedaux, un curioso personaje, multimillonario, nacido en Francia, nacionalizado norteamericano y espía por su ideología fascista. Este individuo, que luego desempeñó un papel no pequeño en Vichy, sencillamente iba y venía de París a Colonia con su pasaporte USA por la neutral Bélgica, y de hecho Allen estaba escribiendo un libro sobre él, cuando se fue encontrando con el «pastel» de Eduardo. Estas «giras» de Eduardo terminaron en febrero de 1940, cuando ya había inspeccionado todo el frente, pero también cuando se dio el llamado «incidente de Menchelen».
Mechelen, chapuza o contra-contraespionaje
El «incidente de Menchelen», hoy bastante olvidado, fue el nombre dado al aterrizaje forzoso de los dos oficiales alemanes con un Bf 108 en este pueblecito belga el 10 de enero de 1940, no en noviembre del 39. Todas las historias de la SGM que he leído dan este «incidente» como algo genuino, no como una operación de contraespionaje; las únicas opiniones discordantes, Liddell Hart en El otro lado de la colina de 1948 (última edición española de 2002) , pero no en su posterior Historia de la II guerra mundial) y ahora Allen Jr. He leído interpretaciones de todo tipo (una reciente y bastante interesante, Ernest R. May, Strange Victory: Hitler’s Conquest of France) pero los argumentos de Hart en su día eran sencilla desconfianza ante algo tan «ideal» y tan torpe; los de Allen, por lo menos, son más elaborados: